Esta es la vida que siempre soñó Yordenis Ugás.
Quería treparse a un cuadrilátero y medirse con alguien como Manny Pacquiao, en un sitio como Las Vegas. Fajarse por un título mundial frente a todo el mundo.
Lo ansiaba tanto que intentó irse de Cuba en seis ocasiones. Tras cada intento fallido era encarcelado, a pesar de haber ganado una medalla olímpica de bronce en Beijing.
Finalmente lo logró y llegó a México en el 2010, tras dos azarosos días en el mar, en un pequeño bote. Se radicó en Miami y pagó cara su fuga: No pudo ver a su familia, incluida su madre, por nueve años.
“Fue un recorrido largo”, expresó Ugás. “Me avisaron a último momento que pelearía con Pacquiao. Pero agradezco la oportunidad y estoy listo para aprovecharla”.
A los 35 años, dos décadas de esfuerzos y sacrificios rindieron dividendos cuando este mes al cotizado campeón wélter Errol Spence Jr. le encontraron un desprendimiento de retina durante un examen físico y hubo que encontrar un reemplazante de último momento para la pelea que tenía pactada con Pacquiao este sábado en Las Vegas.
Ugás (26-4, con 12 nocáuts) debía pelear uno de los combates preliminares de la velada (contra el argentino Fabián Maidana) y tiene el cetro wélter que la AMB quitó a Pacquiao (62-2-7, con 39 nocáuts) por su falta de actividad. Estaba en el sitio justo, en el momento indicado, para conseguir finalmente una gran pelea que podría cambiar su vida.
Varias veces a lo largo de su carrera Ugás se había encontrado en el sitio equivocado. Ahora tiene frente a sí la oportunidad que ansiaba y no la quiere desperdiciar.
“No tengo excusas”, afirmó el cubano. “Ya acepté peleas a último momento en el pasado, aunque nunca con un rival de la talla del Pacquiao. Pero no estoy preocupado”.
Ugás sufrió mucho cuando su vida no tomaba el rumbo que él deseaba.
Su carrera tuvo altibajos. Ganó sus primeras 11 peleas, pero la promotora Top Rank lo abandonó en el 2012 tras su primera derrota como profesional, en un fallo dividido, por considerar que no prometía demasiado.
Se alejó del boxeo entre el 2014 y el 2016, luego de dos reveses por puntos en fallos que consideró injustos. Estaba deprimido. Vivía en New Jersey y comía ramen (fideos japoneses) mientras decidía que hacía con su vida.
Todo cambió cuando conoció a Aroldis Chapman, un compatriota que triunfó en el béisbol de las grandes ligas como taponero y a quien le gusta el boxeo. Chapman patrocina a boxeadores cubanos que se van de la isla. Financió su traslado a Las Vegas para reanudar su carrera y reapareció en agosto del 2016. Ganó sus primeras ocho peleas.
Una derrota con un polémico fallo dividido contra Shawn Porter en el 2019 le impidió llevarse el cetro wélter del CMB, pero subió el precio de sus acciones. Ahora lo patrocina Premier Boxing Champions, que le da la oportunidad de mostrarse. Y tras la lesión de Spence, podrá finalmente hacer una pelea grande.
Hay bastantes razones para pensar que Ugás podría ganarle a Pacquiao, quien tiene 42 años, se dedica a la política (es senador y podría postularse a la presidencia de las Filipinas) y regresa al ring tras una prolongada inactividad.
“Estoy preparado para 12 rounds fuertes”, aseguró Ugás. “Si esta es la última pelea de Pacquiao, será ante un rival que está rindiendo al máximo y que tiene categoría mundial”.
Pase lo que pase, Ugás se siente agradecido de poder subirse al ring para este combate.
Después de dos décadas de idas y venidas, es un boxeador exitoso, con una vida cómoda y una buena familia en la Florida. Adora a su hijo Yordenis Jr., quien es autista. En las redes sociales denuncia al gobierno cubano, diciendo que “en nuestro país no puedes progresar, no puedes pensar y no puedes vivir”.
“Antes que nada, soy un peleador que representa a Cuba”, expresó. “Esta pelea se la dedico a todas las personas que luchan por la libertad en Cuba. Peleo por todas ellas”.
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