El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentó el viernes una propuesta de presupuesto que, por primera vez en 45 años, levanta la prohibición de financiar abortos con fondos federales, acorde con una promesa de campaña.

La ausencia de la “enmienda Hyde”, presente en todos los prepuestos desde 1976, sin duda será objeto de un tenso debate en el Congreso, donde los republicanos intentarán reintroducirla.

Esta disposición vigente hasta ahora limita a los casos de violación, incesto o peligro para la vida de la madre el uso de fondos federales para financiar abortos a través del sistema público de seguro médico Medicaid, para estadounidenses de menos recursos.

La enmienda fue aprobada después del famoso fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos “Roe vs Wade”, que en 1973 reconoció el derecho de las mujeres a tener un aborto.

Sus partidarios creen que los contribuyentes que se oponen al aborto no deben utilizar sus impuestos para financiar intervenciones que desaprueban.

Sus detractores lo acusan de penalizar a las mujeres más pobres, especialmente a las minorías afroestadounidenses o hispanas.

Biden, un católico que se opone personalmente al aborto pero que defiende el derecho de las mujeres a elegir, ha votado decenas de veces durante su larga carrera en el Senado a favor de la enmienda Hyde.

Durante las primarias demócratas, presionado por el ala izquierda del partido, dio un giro notable al explicar la necesidad de defender “los derechos y la salud de la mujer” ante la reciente ofensiva conservadora antiabortista.

Los defensores del derecho al aborto lo “aplaudieron” el viernes. “Este es un paso histórico en la lucha por la libertad de las mujeres”, dijo Alexis McGill Johnson, presidente de la organización de planificación familiar Planned Parenthood.

Al denunciar una enmienda “racista, sexista, profundamente injusta e impopular”, pidió a los parlamentarios que “hagan lo correcto” y no la reintroduzcan.

Casi medio siglo después de ser reconocido, el derecho al aborto aún divide profundamente a los estadounidenses y parece más frágil que nunca.

Los estados conservadores, especialmente en el sur y el centro religioso del país, han intensificado las medidas para restringir su acceso y el expresidente Donald Trump ha designado a tres jueces opuestos al aborto a la Corte Suprema que, basándose en esta fuerte mayoría conservadora, podría cambiar su jurisprudencia.

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