La silicona de grado industrial, el polimetilmetacrilato o los biopolímeros, como mayormente se les conoce, son las sustancias preferidas de la clandestinidad, de las estéticas y del personal que se arriesga a inyectar con fines cosméticos sin tener las acreditaciones necesarias para hacerlo. Así lo afirma el cirujano plástico Luis López Tallaj, quien, alarmado por el alto porcentaje de víctimas con secuelas faciales y corporales dejadas por el uso de biopolímeros, decidió realizar el documental de alerta, “Besos de plástico”.
Pese a que tanto él como otros especialistas (e incluso figuras públicas) han alzado su voz con el fin de crear conciencia sobre este mal, todavía existe mucha desinformación respecto al tema. Una muestra de ello, según dice el doctor, son los cuerpos desproporcionados que vemos en las calles y las redes sociales. “Todas las caras y los glúteos deformados que vemos por doquier han recibido este tipo de inyecciones con sustancias ilícitas”, explica.
El problema es que quienes utilizan biopolímeros como alternativa para rellenar ciertas partes del cuerpo venden al paciente la idea de que se trata de un producto inofensivo, que promete dejar los resultados deseados a un costo mucho menor que una cirugía estética convencional. Es por esto que López Tallaj recomienda siempre indagar sobre el producto a inyectar antes de someterse a cualquier procedimiento estético.
“Ninguna sustancia que venga en un frasco que sea mayor de dos centímetros cúbicos y que haya que extraerlo con una jeringa de gran tamaño con aguja normal está apta para ser inyectada en el cuerpo humano, a no ser un medicamento con fines de tratar una enfermedad”, asegura, al tiempo que añade que con solo buscar en internet el nombre del producto, el paciente puede darse cuenta de si está aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos para tales fines.
¿Cómo saber si fuiste víctima de un engaño? El experto dice que es fácil identificarlo, dado que ningún inyectable facial dura más de un año. “Si a usted le inyectaron hace dos o tres años una sustancia y todavía se percibe o se deformó la estructura donde se recibió la misma, es una inyección clandestina de biopolímeros”, revela. Una vez identificada la sustancia el proceso a seguir dependerá de dónde haya sido administrada, la estructura atómica que esté afectando y la deformidad que esté causando. En caso de que no exista una infección latente, el paciente deberá acudir a un cirujano certificado para recibir información sobre las estructuras afectadas y las posibilidades de mejorar la apariencia de dicha deformidad.
Como la silicona de grado industrial atraviesa la membrana celular y rodea estructuras vitales como nervios, arterias y músculos, nunca se retira por completo el material del cuerpo. Entre las secuelas que puede causar cita deformidad, parálisis y depresión de la estructura afectada. “En el caso de los labios, por ejemplo, podemos armonizar, intentar devolver la apariencia de un labio normal a uno afectado, pero siempre quedará material haloplástico que podrá, en un futuro, volver a deformar la estructura anatómica”, concluye.Sobre el documental.
Apegado a la idea de que el mejor tratamiento es la prevención, Luis López Tallaj pone a disposición de todos los que deseen saber más sobre los biopolímeros y sus riesgos el documental “Besos de plástico”, disponible en YouTube. Dicho audiovisual contiene testimonios de víctimas y llamados de alerta de cirujanos de distintos continentes, así como explicaciones de posibles correcciones de deformidades y procedimientos de armonización labial.